El pasado sábado 17 de julio un buen grupo del MCEP-PV visitamos la primera escuela en la que trabajé en una aldea de Ademuz llamada Sesga en 1961. Ahora es un pequeño museo rural porque se cerró pocos años después dado que muchas familias emigraron y se creó una casa escuela en Ademuz para recoger a todos los alumnos y alumnas de las aldeas. Para mi esta visita, como la naterior que hice hace 25 años con mi familia fue muy especial porque pude reencontrarme con algunos de mis alumnos.
Si os acercáis al Rincón de Ademuz, os recomiendo que paséis por Sesga puesto que no solamente se puede ver la escuela sinó también el horno comunal, la fuente con el lavadero, un horno de ladrillos, el ayuntamiento e incluso te invitan a una degustación de productos de la zona como el delicioso zumo de manzana esperiega. Si queréis ir solamente tenéis que escribir a ademuzguia@gmail.com para concertar la visita.
A continuación os escribo mis recuerdos de aquellos meses en mi primer destino como maestra.
Mis vivencias como maestra en Sesga.
Fui a Sesga en 1961 mientras estaba haciendo las oposiciones, concretamente del examen oral al práctico. El destino me lo eligió un funcionario de la delegación de magisterio.
Cogí el tren, llegué a Ademuz y tomé posesión en vacaciones de Navidad. De Ademuz fuí a Sesga acompañada de un vecino de Ademuz por orden del alcalde. Fui en mulo porque no había carretera. Al llegar allí me enseñaron la escuela y la casa de la maestra. Entonces en Sesga vivían unas 120 personas. Era alcalde Eugenio Pastor y él y su mujer Emilia Tortajada me acogieron muy bien. El tío del alcalde se llamaba Benedicto y era padre de Benedicto Pastor maestro y de Salvador Pastor el cura que tanto benera el pueblo de Sesga. Al día siguiente un vecino de Sesga me acompañó a Aras de Alpuente (3h y media en macho) para tomar el autobús que me llevaba a mi pueblo, Alcublas. Yo tenía 20 años recién cumplidos y mucha ilusión por enseñar y también por conocer cosas nuevas.
El día 11 de enero fuimos. mis padres y yo, con un tractor desde Alcublas con todas mis cosas: mesas, sillas, cacharros de cocina,etc. Era sábado y el domingo no pudo venir el cura a dar la misa de tanto como nevó. Yo destŕás de la ventanita del cuarto lloré, me sentía sola.
En seguida me hice amiga de los 14 niños y niñas de la escuela, de las mozas y mozos, de todas las familias del pueblo, del alcalde, su mujer e hijos. Mi trabajo fué en todos los ámbitos con los niños, que tenían muchas ganas de aprender, con los jóvenes y con los mayores hicimos teatro a la luz del carburo y la obra era un sainete baturro llamado «Las olivas», aprendimos y cantamos la misa, participé en la fiesta de santa Quiteria (en Hoya de la Carrasca, en el Collao Calderón) como una joven más. El alcalde me dió una mula que no corría para que la maestra no se hiciera mal.
La escuela estaba en el primer piso de un edificio y era tal como ahora se conserva en forma de museo. Teníamos una estufa enmedio de la clase y como debajo estaba el horno no pasábamos frío. La luz la teníamos con el carburo y el quinqué de petróleo. Había niños y niñas desde los 4 a los 14 años. Me acuerdo de los nombres de algunos alumnos y alumnas: Conchita Pastor, Ramon Yuste, Margarita Yuste, Cecilio, Eugeniete, los dos hijos del herrero, Ramiro y Jacinto Antón, Alfonso, Josó Miguel.. de las mozas y mozos Remedios, Tino, Esperanza, Félix…
Los lugareños me decían señora maestra y me trataban como una hija joven, los padres y madres de mis alumnos me hacían bromas. Estaban muy orgullosos de la fuente del pueblo, de sus lechugas tan gustosas y del buen vino que elaboraban.
En los matacerdos invitaban siempre a la maestra y al quinto, solo había un quinto ese año, el quinto se llamaba Félix y después cuando los mayos, me cantaron y me echaron de mayo a Félix.
Iba al Cineclub de la Puebla de San Miguel en macho con alguna moza del pueblo, también fuí a probarme un vestido.
Durante la República pasaron por allí las Misiones Pedagógicas y dejaron una biblioteca muy buena que yo aproveché para leerme bastantes libros a la luz del quinqué.
Después de Pascua me puse enferma, con fiebre alta, y tuvo que venir el médico a caballo desde Ademuz. Me ponían bolsas con cebada caliente en el pecho y me hacían beber tisana de saúco. Pasé la enfermedad en casa del señor Benedicto Pastor.
Solo estuve cinco meses, de enero a primeros de junio y sintieron mucho que me fuera porque antes de ir yo estaban un trimestre sin maestra.
De Sesga me traje todas estas vivencias, además de una estera redonda hecha con llata de esparto y una cesta ancha de mimbre, que me hizo el cestero.
Después solo he vuelto al pueblo una vez con mi família, hace 25 años y ahora que he ido con los compañeros y compañeras de MCEP-PV.
Ya hace años que estoy jubilada y conservo muy buenos recuerdos de todos los sitios donde he sido maestra però tengo un recuerdo especial de mi primera escuela: la escuela de Sesga.
Roser Santolària Domingo (MCEP-PV)
Hola, Roser: mi madre,María Pastor,era hermana de Salvador y Bene,hijos de Benedicto Pastor. Fuí un poquito a la escuela. Mis padres migraron a Castellón de la Plana hacia 1961,con cerca de 5 años.En mis palabras durante el acto de jubilación (tras 40 cursos de docente en diversos institutos) destaqué que la frase” la educación cambia vidas” fue 100% real en mi vida,por mi acceso a una escuela e instituto públicos.Gracias,Roser,por los sueños que alimentaste,lo que dinamizaste ,y la curiosidad por aprender que fomentaste.
Impresiona tu referencia a la prioridad que la educación era para la República y lo emocionante que fue cuando Amparo,mi mujer, comprobó el lote de libros con el cuño de las Misiones Pedagógicas enla.odesta aula.Un fuerte abrazo. Paco Pastor
M'agradaM'agrada
Hola Paco: siempre estaré agradecida a tus abuelos que me cuidaron tan bien. Después seguí en contacto con tu tío Bene. Creo que cuando estaba de maestro en Altura. Me gustaría saber cosas de Bene y de Eugeniete y de Conchita Pastor Tortajada. Dales recuerdos míos. Ahora me viene a la cabeza la familia del tio Ambrosio, que tanto me cuidaron. Y Margarita Yuste…Sobre todo me queda la gratitud, que durará para siempre.
Un abrazo,
Roser
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